Es natural sentirse agobiado con el hecho de volver a la rutina diaria tras la muerte de un ser querido. Muchas personas pueden sentirse incapaces de retomar su relación con la familia, los amigos y compañeros de trabajo. La muerte es un evento sumamente triste, duro de enfrentar, que marca a los dolientes y causa tristeza, sensación de indefensión. Recuperar la ilusión por la vida y todo lo que ella significa es fundamental, pero: ¿cómo lograrlo en medio de tanto dolor?

Ciertamente, ilusión refiere a vida, a movimiento, a dinamismo. Y quien enfrenta una pérdida se siente agotado, sin fuerzas para hablar o salir a la calle y conectarse con la realidad. Pero esto es posible.
Un primer paso para recuperar la ilusión es la aceptación. Una etapa fundamental del duelo es aceptar lo sucedido, que el fallecido no va a regresar pero también que ya no sufre ni padece penas. Aceptar es vital para reconectar con el presente y recuperar las ganas de volver a hablar y compartir con la familia y los amigos, involucrarse en lo que están haciendo, retomar el trabajo y los proyectos.

La tristeza que causa la muerte puede ser devastadora. No obstante, se puede disipar poco a poco al recordar los momentos felices vividos con el fallecido, haciéndole un reconocimiento en el grupo familiar a través de un ritual de despedida en casa. Son formas de reconocer y agradecer a ese ser querido muerto por lo que nos dio mientras vivió.
Una vez que se realiza este reconocimiento la pena se reduce y surge una nueva visión de la relación con el fallecido. Allí se da la conexión de nuevo con la realidad y el doliente puede mirar al futuro, retomar sus planes, relaciones, proyectos.
Por supuesto, es importante avanzar pero dando un paso a la vez; sin prisa ni angustias. El duelo debe seguir su curso natural, sin pretender que nada ha cambiado o que ayudará a que pase más rápido si no se habla de lo sucedido. Así como es normal sentir tristeza y dolor también lo es volver a sentir esperanza y deseos de continuar la vida con alegría.