El amor une, sana, reconforta, da alegría. Los padres dan amor a sus hijos; los abuelos consienten a los nietos; las parejas se demuestran amor permanentemente.
El amor es el motor de la vida. Y en momentos desafortunados y tristes como la muerte, se hace más necesaria la demostración de amor.
La presencia de los familiares y amigos en tal circunstancia es fundamental para mantener el equilibrio, la fe y la resignación. Las palabras de quienes acompañan a los dolientes reconfortan, así como un abrazo o el hecho de permanecer a su lado en silencio, viviendo su dolor.
Existen múltiples formas de demostrar amor a los seres queridos en un momento de tanto dolor como la muerte. Más allá de las recomendaciones de un terapeuta, el común de las personas manifiesta empatía en estos casos o situaciones similares.
La presencia física, estar allí cuando los necesitan, es una forma significativa de demostrar amor. Puede ser en silencio, o escuchando todo lo que el doliente tiene que decir ante la muerte de un ser amado.
Asimismo, el amor está presente cuando somos capaces de establecer una conexión profunda con ese amigo que está viviendo un momento doloroso o triste.
Preparar una comida y ofrecerla al doliente es otra manera de decirle “te quiero”, “te amo”. Y, por supuesto, esto ayuda a que se alimente bien y tenga fuerzas físicas para cumplir con todos los compromisos que implica el fallecimiento de un familiar.
Animar al doliente a salir y compartir, de forma amable, sin presiones, es otra manera de demostrarle cuánto lo ama. Cambiar de ambiente es positivo para su estado anímico y, sin duda, será una ocasión para compartir y valorar el presente.