Tomar la iniciativa en lugar de esperar a que la persona que ha perdido a un ser querido nos llame es la mejor forma de ayudarla. Por supuesto que se debe respetar el período de duelo, pero sin dejar al doliente solo, pues quizás comience a sentirse abandonado, a experimentar nostalgia o soledad. Una visita calmada luego del entierro para compartir una taza de café puede ser el inicio de un encuentro con los familiares y amigos más cercanos. En ese momento es importante saber escuchar a quien enfrenta un duelo por muerte, evitar hablar demasiado y compartir su dolor. Por supuesto, es vital ser paciente; el doliente puede tornarse emotivo, llorar al recordar a su ser querido, la causa de la muerte. Puede entonces tomar su mano o darle un abrazo. En ocasiones, permanecer a su lado es suficiente, pues la persona sabrá que entiende por lo que está pasando. Buscar una explicación para lo sucedido es inútil; lo ideal es permitir que el pariente del fallecido se exprese libremente.
Es importante recordar que para ayudar y apoyar a quien enfrenta la muerte de un ser amado se debe estar calmado. Por supuesto que las emociones surgirán en algún momento, pues todos somos humanos, pero lo fundamental es brindarle fortaleza. Hacerle saber que lo que siente en ese momento es normal y que todo estará bien.
Con el paso del tiempo la familia vuelve a su vida rutinaria y el doliente puede requerir alguna actividad extra para distraerse. Es allí donde cobran importancia los amigos para compartir una salida que no necesariamente implique música o baile. Puede ser una reunión para conversar, una salida al cine, un momento de relax en buena compañía. Al principio quien acaba de perder aun ser querido puede negarse a salir, pues piensa que no se merece un momento de esparcimiento ante un hecho tan reciente. No se rinda si le dice que no a la primera invitación, sea paciente y no se asombre si tiene alguna explosión de rabia. Es normal y pasará con el tiempo. Sea amable; si a la primera invitación el doliente dice que no, reitérele la propuesta para la siguiente semana y espere a que esté listo.
Es importante recordar que para ayudar y apoyar a quien enfrenta la muerte de un ser amado se debe estar calmado. Por supuesto que las emociones surgirán en algún momento, pues todos somos humanos, pero lo fundamental es brindarle fortaleza. Hacerle saber que lo que siente en ese momento es normal y que todo estará bien.
Con el paso del tiempo la familia vuelve a su vida rutinaria y el doliente puede requerir alguna actividad extra para distraerse. Es allí donde cobran importancia los amigos para compartir una salida que no necesariamente implique música o baile. Puede ser una reunión para conversar, una salida al cine, un momento de relax en buena compañía. Al principio quien acaba de perder aun ser querido puede negarse a salir, pues piensa que no se merece un momento de esparcimiento ante un hecho tan reciente. No se rinda si le dice que no a la primera invitación, sea paciente y no se asombre si tiene alguna explosión de rabia. Es normal y pasará con el tiempo. Sea amable; si a la primera invitación el doliente dice que no, reitérele la propuesta para la siguiente semana y espere a que esté listo.