Cuando la persona sabe que va a morir siente angustia y tristeza. Para ayudarla a lidiar con estos sentimientos y liberarse de todas las angustias que le impidan despedirse en paz es fundamental el apoyo y la presencia de los familiares. Sus palabras de aliento, de reconocimiento a una vida llena de logros, le brindarán tranquilidad y alegría. Sabrá que su vida no fue un fracaso, que fue de gran ayuda para otros y que la felicidad de terceros es su gran recompensa.
El papel de la familia y los amigos ante la cercanía de la muerte es importante. A pesar de que sientan miedo, dolor, tristeza o rabia, los familiares deben acompañar a la persona que se enfrenta a la muerte con sinceridad y amor. Tienen en sus manos la posibilidad de recordarle los momentos más bellos, alegres y divertidos que compartieron. Con ello les hacen un reconocimiento a una vida positiva, basada en los valores y el compromiso.
Ante la muerte no hay lugar para el silencio o la mentira. La persona que va a morir tiene conocimiento de ello y lo más humano que se puede hacer para apoyarla en tal circunstancia es escucharla, hablar de lo que quiera, cumplir en la medida de lo posible su última voluntad, aunque parezca un capricho, con mucho amor. Por supuesto, también se le puede ayudar compartiendo y respetando sus momentos de silencio; pues la idea la muerte es agobiante, particularmente porque se le asocia con dolor físico y mucho sufrimiento, a pesar de que puede ser serena y tranquila como el sueño.
Mientras la persona que está a punto de morir esté lúcida se deben respetar sus decisiones y opiniones. Llevarle la contraria o tratar de disuadirla porque consideremos que no tienen razón sería una falta de respeto y consideración.
La cercanía de la muerte brinda el escenario para permitir a la persona recordar sus logros y cualidades, manifestarle el amor que sienten por ella de forma sincera y, finalmente, darle permiso para que se vaya haciéndole saber que quienes le sobreviven estarán bien.