Se le conoce también como huella vital y se refiere a la conexión que los dolientes han establecido con el fallecido a lo largo de sus vidas. La relación con el ser querido que ya no está físicamente presente constituye un conjunto de momentos compartidos, conversaciones, tal vez desencuentros, alegría y tristezas. Es normal, así es la vida. Pero cuando esa persona fallece es posible reconocer sus logros, consejos, enseñanzas e, incluso, aquellos aspectos con los que no estamos totalmente de acuerdo a través de la aceptación de lo ocurrido.

La aceptación es una de las etapas fundamentales del duelo. Al reconocer que un ser querido no va a regresar se adelanta considerablemente en el proceso de sanación. Pero la aceptación implica analizar la relación con el fallecido, qué patrones hemos copiado de forma inconsciente de esa persona y que pueden ser positivos o negativos.

A lo largo de la vida copiamos del padre, la madre, un hermano u otro familiar la forma de gesticular, caminar, reír. Trazar la huella de vida cuando uno de ellos ha muerto es analizar de qué forma nos favorece, cambia o perjudican esos patrones copiados.

Aquí no se trata de hacer el recuerdo de ese ser querido más doloroso, triste o negativo, o de empañarlo. De lo que se trata es de trazar una nueva relación o vínculo con la persona que ha fallecido desde el recuerdo. Porque, ciertamente, no va a regresar, y los dolientes tienen el trabajo emocional de recolocar a esa persona ausente.

Es un trabajo que puede tomar tiempo, pues el dolor de la pérdida no se disipa en pocos días. Sabemos que el duelo puede tomar en promedio seis meses. De manera que no hay prisa; los familiares tienen tiempo para apreciar cómo el fallecido ha influido en sus vidas y honrarlo a partir de esos recuerdos. Es importante para los familiares estar conscientes de que nadie ocupará el lugar que el ser querido que ha muerto tenía en sus vidas. Es cierto que esa persona ya no está físicamente pero no desaparece, pues es recordada a través de cada momento vivido, cada palabra o enseñanza y ese vínculo nunca se rompe.