Es comprensible que quien pierde a un ser amado se sienta triste, perdido, abatido. El doliente llora, expresa molestia, se estresa con facilidad. Todo esto es normal. Las personas a su alrededor se preocupan por su bienestar, su salud y esperan que salga del duelo pronto. Sin embargo, en ocasiones esa misma preocupación lleva a los familiares y amigos a cometer el error de pedirle a quien enfrenta el duelo que no llore más, que se calme, que salga de ese estado. Estas palabras pueden resultar tremendamente contraproducentes y provocar en el afectado un cambio drástico de humor. El período de duelo varía de una persona a otra, por lo que no existe un manual a seguir para completar esa etapa tras la muerte de un ser querido. El duelo es inevitable, y en ese período es fundamental la presencia de los amigos y demás miembros de la familia.

Respetar el duelo de quien enfrenta una muerte significa acompañarlo en su pena, algunas veces quedándose simplemente en silencio, tomando la mano de esa persona que se encuentra muy triste. También se muestra respeto al doliente ofreciéndole ocuparse de las actividades del hogar, llevar a los niños a la escuela, hacer las compras. Esto le brindará al doliente un tiempo para meditar, serenarse, prepararse para retomar las actividades de su vida diaria. Otra forma de mostrar respeto a quien está pasando por un duelo es escuchándolo hablar del evento que acaba de ocurrir, de la persona que ha fallecido, de sus recuerdos y cuánto la extraña. Al hablar libremente, sin ser interrumpido, el doliente se desahoga y se libera de la carga que representa la muerte.

La presencia de familiares y amigos, las actividades que puedan ofrecer a quien enfrenta una muerte como forma para drenar la angustia, son maneras de mostrar respeto durante el duelo sin pretender que exista un tiempo determinado para retomar la vida. De lo que se trata es de escuchar, animar con palabras cargadas de amor, acompañar y asegurarse de que el doliente se alimente bien y descanse; ofrecer ayuda, ser paciente, compartir el dolor sin huir.