Los adultos se hacen la pregunta de si deben o no conversar con sus hijos acerca de la muerte, sin darse cuenta de que se relacionan con el hecho de alguna manera cada día. La muerte está en los noticieros, en los videojuegos, en los cuentos infantiles. El tema de la muerte no es ajeno a los niños y jóvenes. Por supuesto, para hablarles de ello es preciso tomar en cuenta su edad para determinar el lenguaje más apropiado para hacerlo. Es importante hablar de la muerte con los niños para evitar que se convierta en un tema del que no se mencionan causas, consecuencias. Claro está, la conversación con los niños debe ser sencilla, clara y general, sin ahondar en detalles. Hacerles saber que la muerte es una etapa natural de la vida en seres humanos, animales, plantas y que puede preguntar lo que desee.

Se debe tomar en cuenta que los niños tienen una gran capacidad de comprensión de este tema, más allá de que los adultos no quieran hablar de ello. Lo ideal es comenzar con un leguaje sencillo, permitiéndoles dar ejemplos de lo que ellos han visto en películas o leído en cuentos. A los cuatro y cinco años es posible que interpreten la muerte como algo de lo que se puede escapar con inteligencia. Sin embargo, después de los seis o siete años los niños se dan cuenta de que la muerte es irreversible.

Para no dejarlos en la duda o en interpretaciones equivocadas es preciso hacerles entender que al morir la persona no respira, no come, no sufre. Además, darles la oportunidad de que se expresen y pregunten todo lo que necesiten sobre la muerte. La conversación debe ser abierta, basada en la confianza. Los niños deben tener claro que la muerte genera un sentimiento de tristeza en la familia y que es natural llorar. Debido a que los niños asumen cada palabra de forma literal se recomienda no utilizar frases como: “hemos perdido a un familiar” o “se ha ido lejos”, pues albergarán la esperanza de que vuelva y no es así. Una forma sencilla para explicar la muerte, por enfermedad o por un accidente, es indicando a los niños que el cuerpo de la persona ya no funciona y que los médicos no han podido repararlo. Esto es sencillo de comprender y les evitará tener esperanzas respecto al familiar que ha muerto. También se les debe explicar que pueden mantener en su memoria y en su corazón los recuerdos del fallecido, con amor y respeto.