Al momento de enfrentar la muerte de un ser querido es cuando más se necesita una palabra de aliento, un abrazo sincero, ayuda incondicional sin preguntas ni reproches. La presencia de la familia es indispensable para salir adelante cuando una persona se enfrenta a la muerte de un ser querido. Puede ser el padre, la madre, la abuela o un hijo; su desaparición física afecta a los familiares directos y parientes de manera significativa.
Lo recomendable, a pesar del dolor que se pueda estar sintiendo en esos momentos, es acompañar al familiar directo del fallecido de la manera más comprensiva y cariñosa posible. En ocasiones, mientras menos se hable es mejor, porque basta con cruzar una mirada para saber qué necesita, en qué se le puede ayudar. Comúnmente se escucha decir que un abrazo vale más que mil palabras; pues, en el caso de una muerte es muy importante abrazar a los deudos y estrecharlos amorosamente para indicarles que estamos con ellos, que entendemos por lo que están pasando y respetamos este momento tan doloroso que los marcará para siempre.
Es normal notar que al abrazar a las personas que enfrentan una muerte están temblando. Sucede que en tal circunstancia se sienten abatidos, consternados, están muy sensibles y requieren el mayor afecto posible. Este apoyo afectivo lo da la familia directamente, los parientes, pero también los amigos en el caso de que el deudo ya no cuente con más familiares vivos que le acompañen en su dolor. Ciertamente, los amigos verdaderos brindan contención, apoyo de distintas maneras: aportándole el alimento oportuno, un momento de descanso para que pueda reponer fuerzas mientras otra persona atiende el velorio, también apoyo monetario en caso de que lo necesite para cubrir los gastos del entierro.
Son múltiples las formas en las que la familia, parientes y amigos pueden dar apoyo a quienes enfrentan la muerte de un ser querido, de manera particular en el aspecto afectivo y emocional, que son los más delicados en este momento.