El duelo es un período durante el cual los dolientes aceptan la muerte, reconocen que es un proceso inevitable y que el fallecido no va a volver. Por otro lado, y como resultado de la aceptación, normalmente los familiares inician un proceso de recuperación llenos de agradecimiento y esperanza, con la mirada puesta en el futuro.
Hay personas con mayor dificultad para salir de la depresión y la tristeza que provoca la muerte de un ser querido. Para ayudarlos, se puede recurrir a terapias profesionales o alternativas. Ambas son de gran ayuda.
La terapia profesional está en manos de psicólogos, psiquiatras y terapeutas que además de escuchar al paciente prescriben algunos medicamentos como coadyuvantes de la depresión. Con esto el paciente se calma y puede llegar a ver luz al final del túnel.
Como terapias alternativas se pueden mencionar los grupos de apoyo, donde se reúnen los dolientes, hablan de lo que ha ocurrido, son escuchados con paciencia y amor por el resto del grupo y encuentran apoyo solidario. Además, están las actividades al aire libre, acompañados, para caminar, practicar yoga o meditación y liberarse del estrés y la tristeza.
El duelo es un período cargado de ansiedad, tristeza y dolor. Sin embargo, se puede comenzar a superar si se habla del fallecido en lo que se conoce como recuerdo activo. Durante este tiempo los dolientes pueden traer al presente los recuerdos más emotivos y bellos vividos con quien ha muerto, para mantener vivo su aporte a sus vidas. Es el camino a una relación armoniosa y amorosa con el fallecido.
Por supuesto, para disipar la depresión es de gran ayuda para el doliente trazar un plan a futuro para continuar con su vida. Retomar su trabajo, la relación de pareja, sus actividades sociales. También pueden buscar nuevas ilusiones que los mantendrán ocupados y con la mente puesta en el éxito, como un curso, participar en una actividad social, entre otros.